El departamento previo en el que viví tenía un living comedor muy angosto y largo. Habia comprado un juego de sillones muy bonitos y algo atípico en mí fue escogerlos en un azul celestón con algunas mínimas pintas amarillas.
Mi sistema de iluminación era por demás modesto pero siempre salvador, los clásicos globos de papel de arroz chinos.
Entonces, quise debutar con las lámparas y luego de diseñarla y optar por darle un mínimo toque azul para que estuviera en sintonía, hice dos.
Las bestias las llame puesto que cada una de ellas pesa más de 8 kg. 💪 Y claro está debían estar reforzadas.
Lo cierto es que si las hubiera colgado de inmediato hubiera estado todo bien, pero para las bestias había que idearles un sistema que contuviera los portalámparas y las clásicas tapas utilizadas para estas lámparas no se llevaban bien con el sistema de refuerzo que había ideado.
Por lo tanto fue todo un tema, ya que a una la movía permanentemente y la otra pasaba de la bañera al dormitorio (cosas de no contar con espacio).
Entre el tiempo que pasó, llegó el tiempo de mudarme a lo definitivo, pero el nuevo espacio apenas si contaba con lugar para una sola de ellas.
Culminada se colgó y la otra pasó a desarme, en parte para resguardar y conservar piezas en caso que algo ocurriera con la que está colgada y en parte para convertirla en un nuevo proyecto.